"Años de soledad le habían enseñado que los días, en la memoria, tienden a ser iguales, pero que no hay un día, ni siquiera de cárcel o de hospital, que no traiga sorpresas, que no sea al trasluz una red de mínimas sorpresas".
La espera, Jorge Luis Borges
Otra imagen de la breve serie del mundial. Transcurre en Once mismo, frente a la estación. Esa tarde, la calle estaba vacía, la gente corría, o ya estaba agrupada alrededor de una tele, en este caso improvisada en un pequeño puesto de panchos.
Todavía hay un olor. Todavía persiste esa imposibilidad de abarcar un período temporal más amplio que el ya. Esa necesidad de complacer, de perderse con cualquier hilo, que parece que de alguna manera poblará el tiempo. Y tiendo a desesperarme. A veces, como si el mundo dejara de ser mágico, como si el cielo se apagara, como si cayera mi imaginario.
La cámara me mira, sin entender el desuso, me veo en el lente como pidiéndole perdón.
Cosas que aúllan sin ruido.
Y esa delgada línea entre ilusión y poder llevar a cabo, y hacerse cargo. Como si hacerlo quemara.
Pero hay una resistencia. Como imaginar un brotecito verde que crece entre muros de concreto. ¿Quién tiene más fuerza realmente? Esa resistencia esta ahí, haciéndome funcionar, con insistencia y felicidad. Con paciencia y distintos sabores. Luchando.
Acaso aceptamos finalmente la realidad porque intuimos que nada es real?
E imagino la primera mañana del tiempo.